¿Ha sentido alguna vez la sensación de estar en un pozo profundo y sin forma para subir a la superficie? Quizá muchos hemos sentido esta sensación cuando no logramos avanzar, derrotar a nuestro enemigo y cumplir el propósito de Dios para nuestra vida.
Es una frustración con vestimenta de depresión, por tantos intentos fallidos de fidelidad y lealtad a nuestro Creador, que ya se convierte en desesperación.
Hay un deseo de rendición que impera y desespera. No hay fuerzas para seguir intentando en lo que has fracasado y se ha convertido en la patente que te ha caracterizado por algún tiempo.
Algunas personas no ven esperanza en ti, tu propia mente te dice no lo intentes mas, no tiene caso, es inútil.
Ahora déjame expresarte que aunque ha sido una realidad todos los fracasos, estos no determinan tu destino profético, si ves a estos ¨fracasos¨ como simplemente intentos fallidos y te aferras a las promesas que el Dios creador del universo alguna vez te hizo; y que además te llama con voz de amor y te extiende su brazo fuerte y poderoso, para que subas no solo a la superficie, sino también que te eleves a las alturas y muestres las bondades y misericordia del Altísimo.
Para salir de ahí y activar la ayuda del Dios omnipotente, necesitaras seguir esforzándote y en toda la pared de este pozo, cavar orificios que te permitan escalar algunos metros, entonces el Dios de amor atenderá tu clamor y vera tu esfuerzo, el cual te hará mas fuerte y definitivamente saldrás victorioso, con la fuerza que no tenias cuando caíste y sobre todo con un corazón agradecido del Dios que te sacó, no por tus fuerzas sino por su misericordia y amor.
No hay mejor manera para terminar este escrito que trayendo a colación el siguiente salmo: ¨ Pacientemente espere a Jehová, y se inclino a mi, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezo mis pasos.
Salmo 40 1-2
La paz de Dios sea contigo.
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