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  • Foto del escritorLeticia R. Pavón

El elefante y la pequeña cuerda



Un hombre que paseaba en un zoológico se detuvo a mirar el recinto donde estaban los elefantes. Algo le llamó inmediatamente la atención; notó que los elefantes estaban atados a una cuerda pequeña y delgada en una de sus patas traseras. No parecía suficiente para resistir la fuerza del animal.

Sin embargo, ninguno de los elefantes hacía algún esfuerzo para romper aquella cuerda. Simplemente caminaban en círculo a la distancia que les permitía la atadura.


El hombre se acercó a uno de los encargados del lugar y le preguntó la razón por la cual usaban aquellas cuerdas tan débiles para esos animales enormes y fuertes.


El cuidador le contó que esos elefantes estaban allí desde muy tiernos y que intentaron en más de una ocasión liberarse, pero eran demasiado pequeños y débiles cuando lo hicieron, que la cuerda era suficiente para retenerlos. Así, llegaron a creer que era imposible liberarse.


Crecieron y se hicieron fuertes, pero no volvieron a intentarlo, pues estaban seguros de que no podrían romper aquella cuerda.

Al igual que esos elefantes, hay personas que viven atadas al pecado, a los vicios, al miedo, al dolor, al resentimiento o cualquier otra cosa que les impide ser libres y felices.


Quizás lo han intentado en más de una ocasión, pero no lograron liberarse. Llegaron a creer que eran demasiado débiles para vencer y se han resignado a vivir atados al problema.

¿Tienes ataduras en tu vida qué crees que no puedes romper? La enseñanza en este relato es que no debes darte por vencido, como estos elefantes.


Jesucristo vino a este mundo para proclamar libertad a los cautivos, con su muerte y resurrección venció a la maldad y ahora te ofrece libertad y vida abundante.


Renunciemos hoy a toda oscuridad, atadura que esté operando en nuestra vida dejándonos estáticos, creo en un Dios de poder que hoy me da las fuerzas y te las da a ti también para elevarnos a vivir en libertad.


Busca a Dios cada día y pídele la fuerza y voluntad necesaria para vencer tus dificultades. Y recuerda nunca dejes de intentarlo; pronto verás que con el poder y la fuerza de la fe todas tus ataduras serán rotas. Hoy le recuerdo, que no hay nada imposible para Dios.

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