¿Cuántas veces hemos sentido esa sensación de fracaso, frustración y desmotivación que nos hace retroceder o abandonar lo que nos apasiona y nos hace sentir vivos?
Quizá algunas personas han atravesado por éstos tres estados, más que otras, pero creo que todos hemos pasado por estas situaciones. Con deseos de abandonar el mundo y no seguir luchando, con intenciones de abandonar un sueño, con acciones que atenúan la llama que una vez encendió el que te creó, te escogió y te ungió.
En el evangelio de Juan en su capitulo 21 se nos relata un episodio en el cual Jesús se les aparece a los discípulos, los cuales habían abandonado y olvidado la encomienda que les había dejado Jesús. Esta consistía en predicar el evangelio y hacer discípulos; y además poner en practica todo lo aprendido con el Maestro Jesús, poner a funcionar los dones y ser útiles para el reino de Dios. Jesús se les apareció para animarlos a retomar el camino correcto, demostrándoles que El era el sustento de sus vidas. Todos influenciados por Pedro que era el líder, volvieron a la actividad pesquera olvidando el milagro de alimentación a los 5,000, la pesca milagrosa, el milagro de conversión del agua a vino, y otros milagros de provisión. ¡No pescaron nada durante toda la noche! hasta que Jesús dio la orden a los peces venir a su red, y para ser exacto en la cantidad eran 153 peces, de modo que no podían con ella. Pero Cito este pasaje porque en muchas ocasiones pasa lo mismo con nosotros en cualquier plano de la vida. Podría ser en el plano secular o en el plano espiritual que sintamos esa desmotivación que nos neutraliza, nos desenfoca y nos hace retroceder.
Lo maravilloso del que nos escogió y nos ungió es que aunque pasemos por estos momentos de desanimo y abandono, El nos alienta, da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas a aquel que no tiene ninguna.
Hoy te invito a clamar a aquel que dice en su palabra en Jeremías 33, ¨clama a mi y te responder y te mostraré cosas ocultas que tu no conoces¨
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;
18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. d Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.
Habacuc 3:17-19